La placenta accreta, también conocida como espectro de placenta accreta y anteriormente conocida como placenta mórbidamente adherente, es una complicación del embarazo en la que la placenta se incrusta firmemente dentro de la pared uterina. Esto se vuelve especialmente problemático cuando la placenta no se desprende espontáneamente después del parto y, en cambio, debe extraerse del útero quirúrgicamente, un procedimiento que puede causar un sangrado potencialmente mortal.

Tipos de placenta acreta

Hay tres tipos, también denominados «grados», del espectro de placenta accreta, clasificados según la profundidad de la unión de la placenta al útero:

  • Placenta accreta (Grado I): La placenta está firmemente adherida a la pared uterina del útero. Este es el más común y menos grave de los tres tipos.
  • Placenta increta (Grado II): La placenta está más profundamente incrustada en la pared uterina y está adherida al músculo del útero.
  • Placenta percreta (Grado III): La placenta crece a través de la pared uterina, afectando potencialmente a otros órganos como la vejiga o los intestinos. Es el tipo más severo de la condición.

Signos y síntomas de placenta acreta

Causas y factores de riesgo

Si bien, en este momento, no existe una única causa establecida de placenta accreta, los profesionales médicos han identificado varios factores de riesgo. Dado que las tasas de placenta acreta han aumentado constantemente desde la década de 1970, los investigadores han rastreado las condiciones que parecen correlacionarse con estas tasas más altas e identificaron los siguientes factores de riesgo:

  • Cesárea previa: El riesgo del espectro de placenta acreta aumenta con la cantidad de partos por cesárea (cesárea) anteriores que haya tenido una persona. Específicamente, un estudio encontró que la tasa de espectro de placenta accreta aumentó del 0,3 % en personas con un parto por cesárea anterior al 6,74 % para personas con cinco o más partos por cesárea.
  • Posición anormal de la placenta en el útero.: Incluyendo placenta previa
  • Ser mayor de 35 años
  • Cirugía uterina previa: Incluida la extirpación de fibromas o el tratamiento del tejido cicatricial uterino
  • Embarazo por fecundación in vitro

Diagnóstico

Como muchas otras condiciones, el diagnóstico temprano de placenta accreta puede resultar en mejores resultados tanto para la mujer embarazada como para el feto. En la mayoría de los casos, la placenta accreta se diagnostica mediante una ecografía.

En otros casos, la placenta acreta no es visible en una ecografía y, en su lugar, se puede usar una resonancia magnética nuclear (RMN).

¿Cuándo se diagnostica normalmente la placenta acreta?

Si bien algunas características de la placenta accreta pueden ser visibles mediante ecografía en el primer trimestre, la mayoría de los diagnósticos se realizan en el segundo y tercer trimestre.

Si una persona tiene un alto riesgo de padecer la afección, su equipo de atención médica no solo debe monitorear continuamente su embarazo, sino también asegurarse de que se realice algún tipo de imagen.

Complicaciones potenciales

La placenta accreta tiene el potencial de resultar en varias complicaciones y/o riesgos tanto para la mujer embarazada como para el feto, algunos de los cuales pueden ser fatales. Las posibles complicaciones para el feto pueden incluir:

  • Nacimiento prematuro: Por lo general, entre las semanas 34 y 37 de gestación (o de tres a seis semanas antes), según la gravedad de la afección
  • Ingreso a una unidad de cuidados intensivos neonatales: Aunque su pronóstico general es bueno
  • Condición inestable en el útero: Si bien el accreta en sí no es directamente dañino para el feto, puede causar un sangrado abundante en la mujer embarazada, lo que hace que ambas partes se vuelvan inestables.

Los posibles riesgos y complicaciones para la mujer embarazada pueden incluir:

  • hemorragia: Puede ocurrir sangrado severo si la mujer embarazada también tiene placenta previa y/o después de intentos de extraer la placenta incrustada dentro del útero. En algunos casos, el paciente puede requerir una transfusión de sangre y, sin un tratamiento cuidadoso por parte de profesionales de la salud experimentados, el sangrado puede terminar siendo potencialmente mortal.
  • Cesárea requerida: Por lo general, cuando se diagnostica placenta accreta antes de que comience el trabajo de parto, el equipo médico puede recomendar una cesárea, un procedimiento que conlleva su propio conjunto de riesgos y que la mujer embarazada puede no haber elegido en circunstancias normales de parto.
  • Histerectomía: A veces, en situaciones en las que está claro que es imposible separar la placenta del útero de manera segura, el útero debe extirparse quirúrgicamente para detener la pérdida de sangre.
  • Esterilidad: Si se requiere una histerectomía, limitará las opciones reproductivas futuras de una persona, incluyendo quedar embarazada y dar a luz. Sin embargo, en algunos casos, los cirujanos pueden dejar intactos los ovarios de la persona para permitir diferentes opciones de fertilidad o una menopausia prematura.
  • daño de órganos pélvicos: En casos graves de placenta acreta, la placenta crece a través de las paredes del útero y puede dañar los órganos cercanos, como la vejiga, los intestinos, los riñones y el hígado, durante el embarazo, así como durante el trabajo de parto y el parto.

Tratamiento

Aunque el diagnóstico temprano permite que la persona embarazada y su equipo médico se preparen para lo que podría ser un trabajo de parto y parto complicado, actualmente no hay opciones para tratar la afección en el útero. En ese caso, la paciente será monitoreada de cerca durante todo el embarazo.

A veces, el proveedor de atención médica de una persona recomendará que programe una cesárea unas semanas antes de la fecha prevista para disminuir el riesgo de sangrado por las contracciones o el trabajo de parto.

Cuando llegue el momento del parto, el equipo médico de la mujer embarazada evaluará su situación, incluida la dificultad para extraer la placenta, y luego determinará la opción más segura. En algunos casos, se trata de una histerectomía, porque la extirpación conjunta del útero y la placenta, mientras aún están adheridos, puede reducir el riesgo de hemorragia. En otros, sin embargo, es posible extirpar quirúrgicamente la placenta sin tener que extirpar el útero junto con ella.

Una palabra de MEDSALUD

Si recibe un diagnóstico de placenta acreta, sepa que su equipo médico establecerá un plan que sea mejor para usted y su bebé.

Con un conjunto de herramientas y tecnologías en constante expansión, los profesionales médicos nunca han estado mejor equipados para dar a luz a su bebé de manera segura.

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